Historia

Incubos y súcubos: los demonios del sexo

Todo sobre esas criaturas infernales que atacan a hombres y mujeres durante la noche para pervertirlos, robar su energía sexual y matarlos en la cama.

Introducción:


Aunque la tradición judeocristiana y la de otras culturas monoteístas ha considerado a los íncubos y a los súcubos como seres malignos, proyecciones monstruosas de la lujuria de los durmientes, metáforas tremendistas de las fantasías que causan las poluciones nocturnas o la parálisis del sueño, las teorías modernas los han descartado, calificándolos de supercherías o (en el caso de Jung) relacionándolos de forma directa con el arquetipo del “ánima”.
Por otro lado, existen teorías profanas que ven a los demonios lúbricos como seres que se pueden dominar y utilizar para alcanzar altas formas de placer sexual y estados alterados de conciencia. William Burroughs es uno de los pocos escritores modernos que trató y redefinió el tema en sus libros, artículos y entrevistas. En su novela El lugar de los caminos muertos (1984), un personaje de Burroughs habla de los espíritus-zorro japoneses, demonios capaces de adoptar cualquier forma (hombre, mujer o niño) para seducir a sus víctimas y, en una conversación con Victor Bockrisel propio escritor dijo lo siguiente:
 “Los íncubos y súcubos pueden ser dañinos y destructivos. Como con cualquier situación sexual, el peligro depende de cómo la manipules. Todo sexo es potencialmente peligroso, porque nuestros sentimientos sexuales nos hacen vulnerables. ¿Cuánta gente ha sido arruinada por un amante? El sexo conlleva un punto de invasión y los súcubos y los íncubos simplemente nos hacen intensamente conscientes de esto. (…) El sexo es físico. Si fuera posible para cualquier persona pulsar un botón que hiciera aparecer a un íncubo o a un súcubo, creo que la mayoría de la gente preferiría tener relaciones sexuales con uno de estos demonios a las aburridas cópulas con gente real”.


En la escuela tántrica Kaula existen complicados ritos para invocar a este tipo de demonios sexuales. También en el universo de la magia hay ritos para atraer íncubos y súcubos, por ejemplo a través de la gnosis liminal (un estado intermedio entre el sueño y la razón en el que se puede controlar la acción onírica y hacer viajes astrales), las prácticas chamánicas (en ciertas tribus africanas hay brujos capaces de invocar demonios lúbricos dentro de un espejo para luego exterminarlos) o la evocación erótica (acumular energía e imaginación sexual mediante pornografía, masturbación sin orgasmo y otras técnicas, para concentrarse en la creación mental de una forma-sombra con la que hacer el amor).
Además, hay expertos espiritistas que, como Burroughs, han hablado del uso y dominio de íncubos y súcubos, es decir, agarrar al diablo por los cuernos para usarlo en provecho propio, ya sea para la autoexploración, para el placer o para encomendarle acciones determinadas, bien en el plano psíquico (adivinación, resolución de misterios, etc.), bien en el físico (asignándole tareas determinadas).
Sin embargo, todas estas prácticas son poco recomendables para individuos no curtidos en mil batallas mágicas y espirituales. Invocar y jugar con un súcubo o un íncubo puede ser muy perjudicial para la salud y la cordura, no sólo porque los coitos con la entidad chupen mucha energía (porque el ente la absorbe y también porque trabajar en ciertos estados de conciencia resulta agotador) sino porque el gran placer sexual alcanzado lleve al invocador a generar una dependencia que lo “enganche” a las cópulas con el demonio, arrastrándolo así a la ruina física y mental.
En lo personal sugiero que JAMAS se lleven a cabo tales rituales, una entidad tan peligrosa como un demonio así sea de la más baja estirpe, puede provocar daños y condenar a las personas que estén a su alrededor a vivir un infierno.

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